Nikita, el hámster de mi hija pequeña, pesa 40 gramos. Es todavía joven y, probablemente, alcanzará un mayor tamaño y un mayor peso. Pero mi hija pequeña tenía verdadero interés en utilizar la báscula de cocina para pesarle, y ha acabado haciéndolo: 40 gramos de vida inquieta, de no parar, de no estarse quieto un momento. Al resto de la familia,
Nikita nos da mucha envidia: se echa su sueñecito cuando los demás tenemos cosas que hacer; y se activa cuando los demás tenemos que dormir. Tiene el turno cambiado.

Pero ahí está, como están también
Matute, el gato, excesivamente interesado en
Nikita, o
Pluto, el perro, muy poco interesado en los 40 gramos de
Nikita y
Matute.
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