lunes, 5 de mayo de 2008

Aunque no lo parezca

Aunque no lo parezca, cucarachas y mantis tienen cosas en común. Pertenecen al mismo orden de insectos, Dictyoptera (alas reticulares). Las cucarachas abundaban ya en el Carbonífero hace 250 millones de años, lo que hace que sea uno de los insectos vivientes más antiguos sobre el planeta.



He encontrado este artículo del que recomiendo su lectura. Este ejemplar de la foto es la típica Blatta orientalis o cucaracha común. Las cucarachas son conocidas por su gran resistencia. Una cucaracha a la que se le corte la cabeza puede sobrevivir unos nueve días, para finalmente morir por inanición. Además, es capaz de soportar grandes dosis de radiactividad: estos insectos sobrevivieron a las bombas nucleares que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki. La explicación en el artículo mencionado arriba: "Existe una regla llamada la Ley de Dyar que establece que los insectos —y también los artrópodos en general— doblan su peso en cada ciclo de muda. Esto significa que cada célula de su cuerpo se ha dividido sólo una vez en el tiempo que media entre una muda y otra. La cucaracha suele mudar de exoesqueleto una vez a la semana, pero una célula cualquiera de esa cucaracha estará en división sólo 48 horas dentro de esa semana, y en reposo reproductivo el resto de los días. Extendiendo esta cifra a una estadística grupal, ello vendrá a significar que solamente una cuarta parte de las cucarachas irradiadas tendrán células en reproducción, y los tres cuartos restantes no, en un momento dado. Tal afirmación se puede demostrar experimentalmente sometiendo grupos de cucarachas a intensas radiaciones gamma. Sólo la cuarta parte de la población irradiada morirá, mientras que las restantes seguirán su vida como si tal cosa".

La repugnancia que suelen producirnos estos insectos, contrasta con la elegancia de sus parientes del suborden Mantodea, las típicas Mantis, como el ejemplar de la foto.

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