martes, 28 de julio de 2009

Curiosas coincidencias

Si hace ahora aproximadamente dos años, un visitante inesperado mientras me encontraba solo en casa fue el origen de este blog, ayer, coincidiendo con que vuelvo a estar solo en casa me encontré con un nuevo visitante tan inesperado como aquél de hace dos años, pero muy distinto: una escolopendra (Scolopendra cingulata).



No había vuelto a ver una desde hacía muchos años y, curiosa coincidencia, ayer contemplé dos. Me avisaron por la tarde para que identificara al responsable de una dolorosa picadura en la espalda de una persona que se había tomado la molestia de capturar al artrópodo y decapitarle. Cabeza y cuerpo se movían todavía unos diez minutos después de la separación de ambas partes. No cabía la menor duda de que se trataba de una escolopendra. Pese al veneno, la picadura de una escolopendra no reviste mayor gravedad que el dolor e inflamación local que causa. Como no llevaba la cámara no pude fotografiar al ejemplar.
De noche, al entrar a la cocina, al lado del bebedero del gato se encontraba un magnífico ejemplar de escolopendra que me permitió fotografiarle en detalle. El primer segmento del tronco tiene un par de colmillos venenosos, denominados forcípulas, que son el primer par de patas modificado en grandes uñas asociadas a una glándula venenosa, como puede apreciarse en la foto siguiente.



La escolopendra captura a sus presas, otros artrópodos, con el último par de patas provisto de fuertes uñas para, revolviéndose rápidamente, clavar sus forcípulas e inocular el veneno que las paraliza.



Como el visitante inesperado de hace dos años, este ejemplar de Scolopendra cingulata se ha escapado durante la noche.

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