Se alimentan de fruta y no viven en cuevas ni se orientan por ecolocalización, esto es, un sistema por el que el animal emite un sonido que rebota al encontrar un obstáculo y analiza el eco recibido. Pero no es el caso de los zorros voladores.
Viven en grandes colonias y pasan el día colgados de árboles dormitorio, aunque este ejemplar prefiera una viga dormitorio en su instalación del Bioparc de Fuengirola.
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