miércoles, 19 de marzo de 2025

En el principio; esto es, con anterioridad

Lo normal suele ser contar las historias por el principio; pero a veces el principio es un planteamiento que surge de una consecuencia que observamos ya sea de forma casual o programada.

Si en la entrada anterior hacíamos referencia a una excursión con mi hija la bichóloga a la laguna de Valdemanco para monitorear puestas de ranas (sapos en realidad), parece bastante obvio que algo sucede previamente a dicha puesta. Es por esa razón por la que hemos decidido concluir la historia empezada la semana anterior con un principio adecuado.

Con la que está cayendo últimamente en la Comunidad de Madrid (y gran parte de la España peninsular), es de presumir que ranas, sapos, tritones y demás anfibios deben estar más que contentos porque es precisamente cuando llueve cuando estos animalillos se dedican a reproducirse, con nocturnidad, alevosía y abnegado interés y entrega a la causa.

Quizás la culpa de esta desmesurada afición de mi hija por las ranas la tenga un cuento que le regalamos cuando era pequeña.


Porque lo cierto es que no hay más que ver su cara cuando contempla a alguno de estos animalillos pensando, o soñando quizás, con príncipes convertidos en ranas por los hechizos de alguna maléfica bruja.


Pero mi hija no es de ese tipo de princesas. Es más, como en la canción de El Chivi, Mi princesa
   
... frecuenta garitos 
donde siempre hay más ranas que principitos 

Pero centrémonos en lo que ocurre en las frías noches de invierno cuando las lluvias primaverales de abril se adelantan notablemente, como está ocurriendo en la actualidad. La fecundación en los anfibios es externa y, en el caso de ranas y sapos se denomina amplexo. El término procede del latín, amplexus, que significa abrazo. Los machos, más pequeños que las hembras, se montan a la grupa de estas y las abrazan de tal modo que es prácticamente imposible separarles. La hembra va depositando los huevos en el agua a la vez que el macho libera los espermatozoides por lo que la fecundación es inmediata. Si en la entrada anterior pudimos ver los enormes cordones de huevos fecundados, aquí podéis apreciar como se produjo este peculiar acontecimiento.

En este caso se trata de Epidalea calamita (sapo corredor) y, si os fijáis, además del largo cordón de huevos, el macho realiza un amplexo axilar; esto es, sujeta a la hembra fuertemente por debajo de sus extremidades anteriores.

En esta otra foto, lo que podéis apreciar es el amplexo inguinal (por encima de las extremidades posteriores) de Pelobates cultripes, el sapo de espuelas.
Mañana, por la noche, volverán a salir al campo (que hay que tener ganas) para monitorizar ranas, sapos, amplexos y lo que se tercie.
(Fotos de los amplexos: Helena Martínez, con la debida autorización)


No hay comentarios: