Esta pasada noche, a medianoche, Argos, nuestro mastín leonés, se puso a ladrar insistentemente. Desde la cama oíamos algo parecido a unos gruñidos acompasados a los ladridos. Me tocó levantarme para comprobar lo que sucedía. Como suele ocurrir en este tipo de ocasiones, las pilas de la linterna estaban gastadas. Al dar la luz del porche el perro se calló y me volví a la cama. Unos minutos después se repetía la secuencia. Descubrí una nueva funcionalidad del móvil: la tenue luz del mismo me sirvió de linterna para comprobar que a quien ladraba Argos y respondía con gruñidos, hecho una bola, era un acorralado Espinete. Rescatado del asedio del perro, le sometimos a una sesión fotográfica y una suculenta cena a base de pienso para gato previas a su liberación.
Hace poco leíamos una curiosa noticia por la que el Scottish Wildlife Rescue Centre, un centro de recuperación de animales en Escocia, tuvo que poner a dieta a cientos de erizos antes de poderlos devolver a la naturaleza debido a que su sobrepeso les impedía enrollarse en forma de bola para protegerse de los predadores.
El ejemplar de la foto es un erizo común (Erinaceus europaeus), una de las dos especies que habitan la Península. Por el mapa de distribución geográfica del erizo común y el erizo moruno (Atelerix algirus) es por lo que podemos asegurarlo, ya que, por lo demás, son especies difíciles de distinguir.
Hemos encontrado esta interesante página donde podemos aprender cosas interesantes sobre estos espinetes, como les llamamos cariñosamente en casa. Tras las fotos de rigor y la suculenta cena, el ejemplar fue liberado, entre otras cosas porque está prohibido tenerlos en cautividad por tratarse de una especie amenazada.
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