martes, 29 de julio de 2014

Por sus patas los reconoceréis

(Nota de los Editores: los editores de este prestigioso blog no se hacen responsables del contenido de este artículo más propio del Annals of Improbable Research que del Taxonomy Reviews of Chinchilla. No obstante, y dado el carácter eminentemente práctico de la propuesta que aquí se expone, nos hemos decidido finalmente a publicarlo conscientes de que la nueva clasificación taxonómica es fruto de un recalentón cerebral del autor como consecuencia de una excesiva exposición al sol durante este verano)

Propuesta de una nueva clasificación de los seres vivos
by Frank Primatov (North Rabbit Village University)

La clasificación taxonómica de los seres vivos está un poco coja y sujeta a continuo debate por especialistas de todo el mundo. Vale que se basa en datos filogenéticos y/o cladistas, pero resulta poco práctica. En este trabajo proponemos una clasificación podómica o patonómica, esto es, patonumérica basada en el número de patas que tiene un ser vivo. Después de todo resulta más sencillo contar el número de patas que debatir si un bicho comparte con otro rasgos holofiléticos.
Básicamente, los seres vivos pueden dividirse en dos Clases principales: bichos con patas (Metápodos) y bichos sin patas o ápodos. Dentro de los bichos ápodos tendríamos dos subclases: los Repugnata a la cual pertenecerían los anélidos y demás gusanillos, así como las medusas y todos aquellos bichos que suelen repugnarnos a primera vista.




(Diferentes ejemplos de integrantes de la subclase Repugnata)

En este sentido, los ofidios (culebras y demás parientes) podrían ser incluidas aquí. Y luego estarían los Suculentata, en el que estarían las almejas, mejillones así como muchos otros integrantes de los medios acuíferos vulgarmente denominados peces.


Los Suculentata suelen vivir en el interior de una superficie dura individual denominada concha que no debe confundirse con el habitual envase colectivo donde solemos encontrarlo y que se denomina lata.
El medio acuífero, aunque interesante, no es el nuestro y aunque hagamos visitas ocasionales al Oceanográfico o al Piscinográfico, lo habitual es que nos desenvolvamos mejor en la sección de pescadería de unos grandes almacenes.


(Suculenta Sparus aurata devorada antes de realizar la foto)

Para otra ocasión dejaremos esta interesante clase, los ápodos, y nos centraremos en los Metápoda (con patas) y que son bichos habitualmente terrestres.
Según nuestra propuesta podálica, tendríamos un primer grupo que sería el de los bichos de 2 patas, los bípedos, dividido a su vez en dos simples grupos: plumes e implumes. Los plumes serían todas las aves que nos sobrevuelan a diario. Una excepción notable es el flamenco que, aunque parezca que es unípodo, realmente tiene dos patas.


Y el único bípedo implume existente sería el Homo sapiens, o no, que a veces presenta una o tres patas pero eso suele ser una consecuencia accidental de la propia vida. En este sentido, hay que mencionar que la pérdida de patas por un bicho, no le convierte en integrante de una subclase diferente.
Los bichos de cuatro patas o tetrápodos (teserápodos en griego moderno) incluyen tres grupos importantes: los reptiles excepto las culebras que pertenecían, como hemos dicho a la subclase Repugnata; algunos anfibios; y los mamíferos en general, incluidos los marinos que, por estar diseñados para ese medio, han modificado sus patas por aletas, emulando a los peces. Allá ellos!





El siguiente grupo estaría integrado por los bichos de 6 patas. Los hexápoda son muy fácil de reconocer, son los insectos de toda la vida, desde la entrañable mariquita a la jodía mosca cojonera, pasando por una enorme variedad de bichos, eso sí, todos con 6 patas.



La siguiente subclase serían los bichos de 8 patas u octópoda, entre los que hay que distinguir dos Órdenes los arácnida y los cefalópodos, esto es, los pulpos, sepia y calamares, en sus distintas variedades como son a la gallega o a la romana.



A continuación vendrían los bichos de 10 patas, decápoda o vulgarmente llamados bichos navideños o anavideños, dependiendo del habitual incremento de su consumo en esas fechas: cigalas, langostinos, gambas, etc.


A partir de ahí, como nos cansaríamos de contar, los denominaríamos bichos multípodos o multipatas. Para los osados que quieran perder el tiempo en hacerlo, estarían los mal llamados ciempiés y milpiés, como el Illacme plenipes que puede llegar a 375 pares de patas y está considerado el bicho con mayor número de patas, aunque multiplicado por dos, no llegaría a los mil para ser considerado un milpiés, aunque sea un miriápodo. 




(Respectivamente: Scolopendra cingulata, Haplophilus subterraneus y Scutigera coleoptrata)

Para resumir y concretar todo lo aquí expuesto, nada mejor que este cuadro sinóptico:




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