miércoles, 13 de abril de 2011

Urbanitas

Algunos bichos se han adaptado a la vida en las ciudades con gran facilidad, son los que llamamos cariñosamente urbanitas. Desde el gorrión hasta la urraca, la capacidad de adaptación de las aves a nuestros entornos urbanísticos es impresionante.





Este pájaro apaga su sed bebiendo de una fuente próxima a la Plaza de San Marcos, en Venecia, plaza que se encuentra plagada de molestas aunque inofensivas palomas.



Más majestuosas, las gaviotas nos anuncian que nos encontramos en una ciudad marítima, aunque en muchas ocasiones han cambiado su dieta mediterránea por los restos de comida rápida abandonados de cualquier manera por los turistas.



Algo parecido ocurre pero en los pueblos castellanos con las cigüeñas, lo que ha provocado un cambio en sus hábitos migratorios.
Llamativo resulta que estos urbanitas, a su vez, induzcan cambios en nuestros usos, hábitos y costumbres, como este ejemplo de señal de tráfico inexistente cuando nos sacamos el carnet de conducir.



Difíciles de fotografiar, que no de ver, podemos encontrar ardillas en algunos pueblos de la Sierra Norte de Madrid e incluso en el Parque del Retiro, donde se introdujeron a partir de 1986.



Este ejemplar de la foto no es un habitante del Parque del Retiro; la foto está tomada en el Campo Grande de Valladolid hace ya unos años.

1 comentario:

Manuel, esbama dijo...

Ahora que veo las imágenes de las ardillasm, ha venido a mi memoria el susto que me pegué el día de 19 de mayo pasado.

Yendo desde Valencia hasta Albarracín por el Rincón de Ademuz, en esas carreteras perdidas entre montañas y pueblos de pocos habitantes, se me cruzó una de esas ardillas.

El susto no fue que se me cruzase, fue que una vez se cruzó se paró e intentó cruzar de nuevo en sentido contrario, dándome tiempo a frenar con intensidad pero sin derrapar la motocicleta.

Finalmente no cruzo pero aprendía a "Jurar en Hebreo" en un segundo.

Me fascinan sus movimientos rápidos y pausados como si esperasen a ver las consecuencias de sus actos, pero de repente, zas, no corren vuelan, y en un salto se encaraman a un árbol.